El trabajo del ilustrador es bastante solitario. Y eso es bueno. Me gusta zambullirme en el trabajo en mi taller. O a veces, a la noche en casa, cuando todos duermen y no hay ruido. Sin apuros, ni imprevistos. Si fue un día duro o no puedo dormir, esa es la mejor forma de desahogarme.
Pero de igual manera disfruto mucho encontrarme con los colegas y con los lectores. Las ferias y talleres son una fuente de energía potente y ¡agotadora!
Con los colegas, intercambiaba info cuando organizaba las Jornadas Profesionales de ilustradores en la Feria del Libro de Buenos Aires. Sigo compartiendo espacios de aprendizaje cuando voy a otras ferias.
Con los lectores, nos vemos además, en escuelas, actividades y ferias barriales. Lo mejor es ver las caras de los chicos cuando miran los libros y juegos y charlar con ellos y sus familias.
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